jueves, 21 de marzo de 2013

Tarea 3ª. El niño de azúcar.

El niño de azúcar
 

Enrique quería comer sólo caramelos. No le importaba que se le cariaran los cuerpos duros que, engastado en las mandíbulas del hombre y de muchos animales, queda descubierto en parte, para servir como órgano de masticación o de defensa, porque eran de leche y ya se le caerían. Tampoco le importaba que por no comer no creciese, porque si se mantenía pequeño nadie le negaría nunca un azúcar fundido y endurecido.

Una noche, mientras sus padres dormían, abrió el ropero donde su madre escondía la bolsa de caramelos. Estaba en el mueble con anaqueles o entrepaños, y generalmente sin puertas, que sirve para colocar libros, papeles u otras cosas más alto y Enrique apenas alcanzaba al más bajo. Logró trepar los estantes, pero no alcanzó a sacar la bolsa. Apenas pudo empujarla haciendo que un caramelo cayera golpeándole la cabeza. Lo recogió y salió apurado del cuarto de sus padres para esconderse en el suyo y comerlo.

Era el caramelo más rico que hubiera probado nunca. Lamentó que fuera sólo uno. Luego de una hora chupándolo, Enrique notó que el caramelo no se había achicado. Se lo sacó de la boca y el caramelo estaba como recién desenvuelto. Volvió a llevárselo a la boca y estuvo chupándolo una hora más sin consumirlo. Pasó otra hora más y otra y a Enrique le vino sueño.
Volvió a sacarse el caramelo, esta vez con la intención de tirarlo y un nuevo caramelo apareció en su abertura anterior del tubo digestivo de los animales, situada en la cabeza, que sirve de entrada a la cavidad bucal.  Lo sacó y apareció otro; sacó el nuevo caramelo y apareció uno más, como los Dicho de una persona: Versada en la magia o que la practica que se sacan un pañuelo sin fin de la boca.  

Empezó a llorar. Había comido tanto dulce que las
gotas que segrega la glándula lagrimal le salieron almibaradas. Lloró hasta quedar completamente cubierto de almíbar. Llamó a sus padres pero ninguno respondió. Por la ventana abierta entró un picaflor y los ojos del picaflor se abrieron enormes al ver a Enrique hecho un niño de azúcar. Empezó a picarle la nariz que se había cristalizado y logró arrancarla. Así siguió con todo el cuerpo hasta que se hartó. Los Cada una de las piezas duras que forman el esqueleto de los vertebrados de Enrique eran el caramelo más fino que el picaflor hubiera probado nunca, cuando se hartó de picarlos los cargó en el pico y voló llevándoselos a sus pichones, que gustan tanto del dulce como los niños humanos.


1 comentario:

  1. Hola:
    Gracias por haber sido tan rápido con
    las tareas, y corrigiéndonoslas tan bien,
    espero que en la siguiente edición de
    Lazarillos de Palabras, me toque un lazarillo
    tan bueno como tú. Gracias por todo.
    5A09JAVIER

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